CASTILLO
SOHAIL

CASTILLO SOHAIL

Elevado treinta y ocho metros sobre el nivel del mar y en una colina hoy repleta de otros vestigios arqueológicos (como por ejemplo piletas para la preparación del garum), el castillo Sohail se alza desde mediados del s.X imponente sobre el Mediterráneo.

Abderramán III mandó construir una pequeña ciudadela sobre las ruinas de una población púnico-fenicia y luego de época romana (llamada “Suel”), probablemente con el fin servir como un elemento de defensa costera. Posteriormente, los almorávides ya en el s.XII levantaron la fortaleza como tal, de planta octogonal y con ocho lienzos de muralla y varias torres almenadas. Lo que hoy puedes ver son distintas reconstrucciones del castillo que se han ido sucediendo a lo largo de su historia (podrás notar los distintos tipos de materiales utilizados en los distintos niveles).

Durante la Reconquista, el castillo Sohail fue conquistado por los cristianos en 1485 y prácticamente destruido durante el asedio, reconstruyéndose después. Posteriormente durante el reinado de Carlos I, la población de Fuengirola y el castillo fueron víctima de ataques por mar del famoso pirata Barbarroja, por lo que se construyó un foso como elemento adicional de defensa. Ya durante la guerra de la Independencia, el ejército napoleónico se apoderó del castillo en 1810 y durante los meses siguientes se sucedieron las operaciones militares, en particular la batalla de Fuengirola, donde un ejército combinado hispano-británico intentó hacerse con el castillo. Esto ocurrió finalmente de mano del general español Ballesteros, quien tomó Fuengirola y se apoderó de la fortaleza.

Como práctica habitual y lamentable del ejército francés en España durante la Guerra de la Independencia (más bien en toda huida o ante derrota acechante), este voló la torre suroeste y partes de los muros anexos, que no se volvieron a reconstruir.

El castillo y el parque sobre el que se asienta hoy día forman un conjunto histórico mixto y singular, puesto que tenemos la fortaleza en la cima de la colina y toda una ladera descendiente repleta de restos arqueológicos de distintas épocas, principalmente romanos. Cuando realicéis la visita, aseguraros de subir al nivel superior para ver los cañones dispuestos sobre el lienzo de muralla que da al mar, y contemplad las bonitas vistas del Mediterráneo mientras os imagináis cómo debe haber sido este lugar en el s. XIII o en el XIX.